“Este es el destino de quienes intentan robar
el conocimiento de Khanef, la Esfinge Alquimista”.

Registro de los magos condenados

Desde hace un tiempo hasta acá, me di cuenta que las esfinges son las criaturas mitológicas que más me atraen estética y morfológicamente, son seres muy elegantes cuya sola presencia impone un respeto casi absoluto cuando son representadas. Diseñé a Khanef para una de las ilustraciones de Los Magos Condenados que estaba desarrollando, la ilustración de Arena.

Como con Sundari en el posteo anterior, partí creando a los personajes, la Maga Arena y la Esfinge Khanef; en esta etapa todavía no tengo en claro si van a ser aliados, enemigos o qué tipo de interacción quiero representar, es más el capricho y las ganas de desarrollar a los personajes y luego construir un marco que los contenga.

El eje temático de esta serie de cuatro ilustraciones son las “prisiones”, y la esfinge podría funcionar como el valor negativo que representase la prisión de Arena. En las primeras aproximaciones, la Esfinge aparecía en cuerpo completo, es un boceto que me sigue gustando mucho, pero que atentaba contra el protagonismo que quería que tenga Arena en la imagen.

Seguí avanzando en otras ideas visuales basándome en la primera ilustración de la serie; no sólo atrapada/aprisionada, sino también miniaturizada. Con el fin de darle más unidad a la serie, Arena también podría estar miniaturizada. En este punto, al tener dos imágenes ya funcionando al mismo tiempo, la serie empieza a cobrar más sentido visual, y los elementos que se reiteran comienzan a sintonizar (las magas miniaturizadas, los captores en segundo plano como deidades inmensas).

Me pierdo de jugar por el momento con el diseño que tanto me gustó de Khanef (que igual voy a aprovechar en otra ilustración con ella como protagonista), pero acá, la relego a un segundo plano, la espectadora de la condena sobre Arena, su cautiva, casi un premio o adorno para ella.

Desarrollada la miniatura, empiezo la etapa más ardua y que me opone más resistencia a la hora de hacer una ilustración personal: el lineart. Es donde más inseguridades siento, y donde más obsesivo me vuelvo, a un punto a veces problemático, porque me priva de avanzar hacia la siguiente etapa, que es una de las más disfrutables, la composición de valor y color:

A la hora de componer en esta etapa, siempre me baso en los mismos fundamentos, traer al frente lo que quiero que se lea primero y retroceder lo que quiero que ocupe un segundo o incluso tercer plano en la imagen. Viéndola ahora, el rostro en segundo plano de Khanef podría haber retrocedido aun más subiendo un poco los valores. En el boceto a color, intento definir lo menos posible, y pinto en el mismo tamaño en que está subido acá en el blog, no más de 600 píxeles de ancho, para no tentarme de terminar la imagen en digital o sobrepintar haciendo zoom, me centro sólo en conseguir toda la información que necesito para pasar a las témperas.

Transfiero las líneas a la hoja de acuarela y empiezo, primero (como casi siempre) cubro toda la superficie con una capaz muy fina de amarillo y empiezo a trabajar los primeros planos de color. Esta vez decidí empezar por lo más difícil, el personaje (en especial el rostro y las manos, que por más que lo pinté en una A3, siguen siendo muy pequeñas para definir con pincel).

Una vez tengo el personaje pintado al 85-90%, que sé que funciona y estoy conforme, puedo avanzar con otras partes de la ilustración sabiendo que tengo lo más importante más o menos definido, o como mínimo encaminado hacia su versión final.

Como siempre que trabajo en témperas, hay mucho de prueba y error. Es un material que me gusta muchísimo por la calidad de superficie que consigo con las pinceladas, pero también es un medio bastante caprichoso, la témpera se seca demasiado rápido, y algunos colores varían su valor, tienden a oscurecerse un 5-8% una vez seco (por lo menos con las que estoy usando ahora, las Pebeo), si estoy mezclando un color muy específico, generalmente escribo las proporciones de mezcla aproximadas por si tengo que repetirlo varios días después y ya me olvidé cómo lo había armado.

Esta parte del proceso es una de las más frustrantes para mí, cuando me falta aplicar la base de uno o dos colores nada más, y estoy a un paso de ver la imagen pero esos faltantes hacen que parezca menos terminada que al inicio. Acá es combatir el impulso de hacerlo apurado con tal de ver toda la pintura sobre la hoja. Es un ejercicio de paciencia.

La imagen terminada. Escaneada, y con algún mínimo ajuste digital (corregir alguna comisura de la boca, o ajustar mínimamente algún valor con el que me pasé, y borrar pelos de gato del escaneo, eso siempre).

Para cerrar, esta serie de ilustraciones está fuertemente inspirada en los primeros artistas de Magic the Gathering, Yu-Gi-Oh! pero en especial de Mitos y Leyendas; este último era (es todavía) un juego de cartas chileno infinitamente más accesible por su precio para Latinoamérica, el cual me abrió las puertas al universo de la ilustración de fantasía. Conocí muchísimos artistas chilenos de los que aprendí un montón viendo sus trabajos: Mauricio Herrera, Genzo, Waldo Retamales, Gabriel Rodriguez (el autor de Locke & Key, antes de que se dedicase a la historieta), era abrir un sobre y ver si me había tocado alguna carta ilustrada por ellos.

Todas esas cartas, además, venían con un pequeño epígrafe que terminaba de rematar la imagen, un micro relato en dos líneas que te dejaba ver un poquito más hacia el pasado o hacia el futuro de la imagen representada.

Este es el destino de quienes intentan robar
el conocimiento de Khanef, la Esfinge Alquimista
“.

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El próximo posteo es sobre la siguiente Maga de la serie: Marea.

Nehuén Nehuén López