La génesis de esta ilustración orbitó alrededor de la creación de un nuevo Mesías, concebido por medios no sexuales por Buddha y Cristo.
La aproximación a la figura de Cristo como practicante del budismo es algo que oí por primera vez viendo la película The Man from Earth, hace más de una década; escrita por Jerome Bixby y dirigida por Richard Schenkman. No quiero spoilear (igual tiene 11 años la película, no jodamos), pero en un momento un personaje habla sobre la posibilidad de Cristo como practicante budista, y siempre que encuentro un texto o algo relacionado, lo leo. También siempre me interesó la presencia de Jesús dentro del Islam, y más precisamente cómo suena su nombre: Isa al-Masih; ambas cosas fueron el germen para producir esta imagen.
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En el islam, Jesús (عيسى ʿĪsā o Isa, Yasūʿ se utiliza en contexto cristiano, nunca en el islámico) se considera como uno de los mensajeros de Dios y el Mesías enviado para guiar al Pueblo de Israel (banī isrā’īl) con una nueva escritura: el evangelio (Injīl). Según el islam, se debe creer en Jesús (así como en todos los otros mensajeros de Dios) como requisito para ser musulmán. El Corán menciona a Jesús 25 veces más a menudo, por su nombre, que a Mahoma.
Considero que las religiones (cualquiera de ellas) son un fenómeno cultural fascinante. La iconografía, la estética, la cultura, la cosmogonía, la mitología, todo lo que conforma ese sistema de creencias particular me interesa mucho. Y uno de los aspectos que más me interesa, es cómo muchas veces se encuentran puntos comunes entre ellas, o líneas de pensamiento similares, coincidentes.
No soy creyente de ninguna, pero sí siento gran empatía por el budismo y el cristianismo a un nivel iconográfico y de interés cultural. La figura de Cristo y la figura del Buda son dos íconos que siempre me llamaron poderosamente la atención, y quise trabajar en base a eso.
Como digo al principio, la idea fue plantear la creación de un nuevo Mesías, creado por Buda y Cristo, de una manera no biológicamente convencional. No estoy buscando generar ningún tipo de controversia ni hacer sentir incómodo a ningún practicante de estas líneas espirituales, pero si se sienten ofendidos, por favor, sepan que no me importa.
Para el entorno donde estarían coexistiendo los personajes, quería trabajar algo simétrico y que transmita armonía, estas son algunas de las referencias que tuve en cuenta a la hora de componer el fondo. Todas las robé de Pinterest:
Mi mayor influencia a nivel estético (tanto para trabajar esta imagen, como en términos generales), es el capítulo 57 de Saint Seiya, dirigido por Shingo Araki y animado por Michi Himeno.
Shingo Araki (荒木 伸吾 ) (1 de enero de 1939 – 1 de diciembre de 2011) fue un mangaka, animador y productor cinematográfico japonés. Su interés por el dibujo comenzó a los cinco años de edad. Se graduó en la prefectura de Aichi. En 1955, a los 18 años debutó como dibujante en la “Machi Magazine”. Más tarde se unió a Mushi Production como animador en 1965 y después fundó el Studio Jaguar en 1966. En 1970 debutó como director de animación en la serie Ashita no Joe de Mushi TV, más tarde trabajaría en un gran número de adaptaciones de los mangas de Go Nagai, como Devilman en 1972, Cutei Honey en 1973 y UFO Robo Grendizer en 1975, siendo el diseñador de personajes de los dos últimos.
Normalmente trabajaba con la directora de animación Michi Himeno, a quien conoció en 1973 siendo años más tarde su esposa. Juntos formaron la Araki Production en 1975. Y junto a ella fue reconocido por su éxito. El dúo Araki-Himeno trabajó en series de televisión y películas animadas como Saint Seiya.
– Wikipedia.
Y si hablamos de Araki, no podemos no hablar del verdadero talento, Michi Himeno, una verdadera inspiración.
Michi Himeno (姫野 美智) fue una animadora y diseñadora de personajes. Su trabajo más famoso fue la versión animada de Saint Seiya.
La talentosa Himeno fue la asistente personal de Araki, como animadora principal (Genga), Character Design, Directora de animación (Sakuga kantoku) y Layout-man (Layout). Fiel cómplice de Araki, creditada como animadora principal de cada uno de los episodios que realiza, es también co-autora del character-design de toda la serie.
En el aspecto práctico, lo más interesante a subrayar es que Michi Himeno asumió un trabajo de corrección de los dibujos de Araki. De hecho toda la magia y la fuerza del trazo de Araki es verdaderamente sublime, sólo cuando Himeno interviene sobre su trabajo, ella le añade finura y sensualidad a las líneas, su propia línea. Los episodios más hermosos son aquellos en los que Himeno es la Character Design y Araki el Director de Animación (el episodio 30 de la Saga del Santuario donde Saori y Seiya saltan en el abismo y el episodio 104 de la saga de Poseidón, que concluye el duelo entre Shun e Io de Scylla, son puras maravillas de esta configuración, muy especial, de la colaboración Himeno / Araki). De hecho, todos los personajes pasaron etapas diferentes de concepción mediante croquis, antes de tener la apariencia que vimos en el anime… sobretodo sus armaduras.
– Wikipedia
– Saint Seiya Wikia.
La excelencia de los fotogramas a lo largo del capítulo es brillante, los diálogos filosóficos tratando temas como la vida, dios y la justicia, hacen que me conmueva siempre que lo veo (he llorado viendo este capítulo, y me la re banco). No exagero diciendo que marcó mi vida y fue un punto de inflexión. Esta ilustración es un homenaje a eso también. Mientras que en otros shōnen contemporáneos de la época como Dragon Ball todo tenía que ser resuelto por medios violentos (me encanta Dragon Ball, no se pongan histéricos, y entiendo muy bien cómo funciona la mecánica de un shōnen, porque es uno de mis géneros favoritos), en Saint Seiya los personajes sufren, reflexionan y se cuestionan constantemente. Piensan, y te hacen pensar.
Esta es una de las imágenes más evocadoras que he visto en mi vida, me la quiero tatuar en los párpados para verla siempre que me voy a dormir:
Teniendo este contenido en mente, empecé a desarrollar a los personajes: Buda y Cristo. En un principio, me había hecho a la idea de hacer una versión femenina de Buda, para generar una dualidad sexual entre femenino y masculino, que después descarté, por una decisión puramente estética y nada más, creo que los personajes que dibujé son bastante indefinidos sexualmente como para reconocerse como masculino o femenino. Me pareció mejor trabajar con esa ambigüedad en esta imagen.
Se ve, principalmente en las caras, la influencia de la dupla Araki/Himeno (igual estoy muy lejos de hacerle justicia a su estética). Y ese boceto de la cara de Buda quedó para el orto.
Busqué cargar de representaciones culturalmente conocidas a la figura simbólica de ambos personajes: rosarios budistas, ropa holgada hindú y detalles con flores de loto para Buda, y en Cristo, mi idea era marcar los estigmas de una manera no tan directa y cruda, sino más bien estética, casi como tatuajes o como fuentes de luz. La aureola fue un desafío, porque no quería que sea demasiado obvia, pero tampoco que no se entienda qué era. Lamentablemente, fue uno de los aspectos donde fallé estrepitosamente, porque nadie entendió que era Cristo. Soy un pelotudo.
Como dije más arriba, a nivel composición estaba buscando crear una imagen que transmita paz, tranquilidad, armonía, y en lo posible, la sabiduría de dos seres cuya vida trasciende la mera mortalidad del ser.
La dos ideas más potables que sobrevivieron a la purga fueron estas:
A – Quería representarlos en el lago Anavatapta, donde se presume nació Buda. Y que ante ellos esté la mirada atenta de una estatua budista. Pero me pareció un poco reiterativo, confuso y sobrecargado.
B – Esta fue la opción por la que me terminé decantando. Mantuve el lago, pero decidí utilizar una de esas entradas circulares que se ven en algunas construcciones orientales, generando (intentando generar) una representación uterina para enfatizar el concepto de la creación de vida.
Definido esto, empecé a trabajar en el lápiz (perdón, esta primera etapa se ve realmente horrible), es el momento del proceso creativo en el que más ansiedad y frustración sufro. Sentí que la composición necesitaba algo más, y le agregué un zoom-in de sus rostros: hoy en día no sé si hubiese tomado esa decisión tan de diseño y tan poco de ilustración.
Avanzando hacia el lápiz final, donde parte de mi ansiedad se ve reducida al ver que lo que tenía en la cabeza, si bien no es una imagen fidedigna de lo que pensaba, es una imagen decente, puedo empezar a concentrarme en términos de composición tonal y de color (que ya vengo formulando en mi cabeza desde el vamos).
Defino los bloques que me interesan, compongo la imagen, en este caso, más como una pieza gráfica que como una ilustración.
Empiezo las pruebas de color: buscaba algo desaturado, pero también que haga que los personajes sean realmente vibrantes, gráficos. En un principio, pensaba representar a Cristo con colores blancos y pálidos, pero el personaje perdía fuerza en relación al Buda, no quería que uno destaque, sino que ambos sean complementarios entre sí.
Ajusté la paleta, terminé de definir detalles de valor, de luces y sombras. Ya tengo la imagen resuelta para pasar al render final sin detenerme a pensar ni preocuparme de nada más a nivel compositivo o creativo. Todo lo que necesito ya está ahí:
Para la pieza final, quería una estética gráfica muy definida. Línea de contorno, y colores prácticamente planos, como un frame animado pero con mayor detalle y densidad. También le añadí algunos globos de diálogo con palabras en japonés, todas refiriéndose a diversos aspectos del budismo, y algunos otros íconos que me interesaba abordar, como el átomo de hidrógeno y la doble hélice del ADN, principios básicos de la materia y la vida. El feto incubándose con todo ese caudal de información atravesándolo.
– La ilustración fue hecha en Adobe Photoshop.
– Los globos de diálogos/textos en Adobe Illustrator.
(Click en la imagen para ampliarla)
Para terminar de anclar el concepto a la imagen, le armé un pequeño texto ficcionado (a veces esta es la parte que más disfruto, escribir):
“El Om resonó, como un gong en el universo.
Un latido respondía a contrapunto.
El Tesoro del Cielo descendía,
y nacía la hija de toda la creación”.Shakyamuni Buddha e Isa al-Masih.
Lago Anavatapta.
Esta ilustración la inicié buscando una estética puntual, una estética que no alcancé a pulir en esa imagen, pero fue la semilla para imágenes que vinieron después, por eso, aunque esta imagen a nivel conceptual falló porque no se terminó de comprender lo que quise comunicar, sí me sirvió como aprendizaje para encaminar esa estética que quería desarrollar, las dos imágenes siguientes, de las que sí estoy bastante conforme, pudieron existir gracias a este experimento, que si bien falló, me sirvió mucho a nivel personal:
Para concluir. La ilustración terminada (que ya tiene unos cuantos meses) tiene un montón de fallas. Los personajes no están correctos, son muy estáticos, algunas manos están desproporcionadas, y podría pulir un montón de cosas, siento un amor-odio por la imagen. Ni los estigmas ni la aureola de Cristo son suficientemente notorios para funcionar como representaciones que el espectador pueda validar como tal, por lo que fallan abruptamente. Sí estoy conforme con la paleta de color. A seguir practicando, bobo.
Chau.
Facundo Nehuén López
[email protected]
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